Por Ronald Solano Jiménez
El 1.º de diciembre de 1948, Costa Rica tomó una decisión única en el continente. José Figueres Ferrer golpeó con un mazo el muro del antiguo Cuartel Bellavista y anunció que el país no tendría ejército.
Ese gesto no solo eliminó los fusiles. Abrió la puerta a las aulas, la salud pública y la democracia.

Desde entonces, ningún soldado ha custodiado nuestras calles. Lo han hecho los docentes, los médicos, la policía civil, los votos y la ley. Los cuarteles se convirtieron en museos y parques. En lugar de uniformes verdes, crecieron libros, lápices y banderas blancas, azules y rojas.
Hoy se cumplen 77 años de aquella decisión valiente. Costa Rica no escogió la debilidad, escogió la paz. Cambió balas por votos y mostró al mundo que un país pequeño puede levantar escuelas en vez de cuarteles.

Nuestra historia no habla de generales. Habla de maestros, enfermeras, agricultores, estudiantes y soñadores. Esa es nuestra verdadera fuerza.
Costa Rica, patria sin ejército y con esperanza.

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