La historia detrás de Fraijanes de Alajuela

Por Ronald Solano Jiménez.


¿Sabe por qué Fraijanes se llama así y cuántos años tiene su iglesia?

Costa Rica. A finales del siglo XIX y principios del XX, llegó a las montañas de Alajuela un fraile desahuciado conocido como Fray Janes. Se instaló cerca de Poasito, en una propiedad que hoy pertenece a una empresa de plantas, con la esperanza de mejorar su salud y pasar ahí sus últimos días.

Muy al estilo tico, las personas solían preguntar:
—¿Para dónde va?
—¡Diay, para donde Fraijanes!

Con el tiempo, la expresión se adaptó y el nombre se quedó. El resto fue historia.

La propiedad para la iglesia fue donada por Julián Soto Bolaños, junto con el terreno para la construcción de la escuela. Un puñado de vecinos, entre ellos José Andrés Soto Bolaños, inició la construcción. Todos colaboraban: las mujeres, después de preparar pan y café para los hombres, iban al río Poasito. En sus aguas heladas extraían piedras, las colocaban en canastos y las llevaban para usarlas como base de la construcción. Cada persona trabajaba por el bien de la comunidad.

“Aquí era pura montaña, no tantos potreros. Si acaso vivían unas diez familias entre el cruce de Jaulares y el cruce hacia Vara Blanca”, relata don Jorge Borloz, vecino de 92 años, quien recuerda cómo cada 19 de marzo, día de San José, decenas de personas de cantones cercanos visitaban el volcán Poás. Cuando eliminaron el feriado, la tradición se perdió.

Todos los trabajos en madera fueron artesanales, hechos con madera de danto, especie hoy extinta en la zona. Sin embargo, no alcanzó el dinero para comprar un reloj que adornara la entrada de la iglesia. Entonces, José Andrés Soto Bolaños, padre del narrador del video, tomó un pincel y pintura, y pintó un reloj con números romanos. El minutero marca las doce y la manecilla de la hora, las tres. Así ha permanecido por 115 años.

Foto: Ronald Solano Jiménez, iglesia de Fraijanes, Alajuela, Costa Rica, El Poás informa.

En 1993, el pueblo ya había crecido y la pequeña iglesia no daba abasto. Los vecinos decidieron construir un nuevo templo en la misma propiedad, más grande y moderno para la época.

El 8 de enero de 2009, a la 1:21 p.m., ocurrió el terremoto de Cinchona. La iglesia nueva no resistió: las grietas la volvieron insegura. Pero la antigua, próxima a cumplir cien años, seguía en pie. Su primera piedra aún está ahí, y don Miguel Alvarado, el actual sacristán, la muestra con orgullo.


Fuente: José Manuel Soto Víquez, William Ramírez Murillo, Miguel Alvarado Chaves



Descubre más desde El Poás informa

Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.

Deja un comentario