Por Ronald Solano Jiménez
- La operación MATSU desmanteló una banda que cobraba hasta $40.000 por persona.
- Más de 430 migrantes fueron víctimas del grupo, incluidos menores y adultos mayores.
Este miércoles 28 de mayo, una operación binacional entre Costa Rica y Panamá denominada MATSU desarticuló una estructura criminal dedicada al tráfico ilícito de migrantes, con 23 allanamientos y 13 detenciones en Golfito, Ciudad Neilly y Los Chiles.
El negocio oscuro detrás de los migrantes invisibles
La red criminal operaba como una maquinaria precisa y despiadada: desde Asia y Sudamérica, trasladaba personas por rutas terrestres, marítimas y aéreas hasta Costa Rica, donde eran ocultadas en casas seguras hasta su salida hacia el norte.
Las víctimas, en su mayoría de nacionalidad china, vietnamita, venezolana, ecuatoriana y peruana, pagaban entre 7.000 y 40.000 dólares para cruzar fronteras sin papeles.
Los cabecillas, seis costarricenses que coordinaban desde la logística hasta los traslados en taxis y transporte informal, llevaban meses bajo investigación.
El seguimiento, liderado por la Policía Profesional de Migración y el apoyo del OIJ, culminó con el despliegue de efectivos y allanamientos simultáneos, en lo que se perfila como una de las operaciones más relevantes del año en materia de crimen organizado.
En total, se documentó el paso ilegal de al menos 437 personas, muchas de ellas en situación de extrema vulnerabilidad: menores de edad y adultos mayores, lo que agrava la figura penal del delito.
Esta operación se suma a las once acciones internacionales que ha desarrollado Costa Rica junto a Panamá para frenar estas rutas ilegales que convierten a seres humanos en mercancía.
Mientras en Costa Rica se cifra en 437 el número de víctimas en esta red, Panamá ha reportado un aumento del 52% en el tránsito irregular de migrantes solo en el primer trimestre del 2025, con cifras que superan los 180.000 pasos por la selva del Darién. La colaboración entre ambos países no es solo táctica, sino necesaria: el crimen no reconoce fronteras.
La operación MATSU no solo desarticula una red poderosa de tráfico humano, sino que revela el rostro humano detrás de las cifras: cientos de personas atrapadas entre promesas falsas y rutas peligrosas. Costa Rica y Panamá, aliados en esta lucha, mandan un mensaje claro: la impunidad no será el destino final de quienes lucran con la desesperación.
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