26 de frebrero. Las fracturas representan un problema de salud pública de gran importancia debido al aumento significativo de su incidencia.
Este incremento se debe al crecimiento de la población y a la presencia de múltiples factores de riesgo asociados. Entre estos factores se incluyen el entorno en el que ocurren las fracturas y las medidas de prevención específicas según los diferentes grupos poblacionales, basándose en la información proporcionada principalmente por la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Existen factores de riesgo que pueden modificarse, como los estilos de vida poco saludables.
El consumo excesivo de alcohol, la presencia de enfermedades como artritis, diabetes, hipertiroidismo y osteoporosis, así como el uso prolongado de ciertos medicamentos (como esteroides, antidepresivos y otros fármacos que alteran la densidad ósea), pueden incrementar la probabilidad de sufrir fracturas.
Por otro lado, hay factores de riesgo no modificables, como la edad y el género. Las personas mayores, especialmente las mujeres posmenopáusicas, presentan un mayor riesgo de fracturas debido a la disminución de la densidad ósea. Asimismo, los antecedentes familiares de osteoporosis o fracturas pueden predisponer a un individuo a desarrollar esta condición.
Tipos de fracturas y características:
Las fracturas por fragilidad son comunes en pacientes con osteoporosis y ocurren con traumatismos de baja energía, como caídas desde la misma altura. Estas fracturas afectan con mayor frecuencia la cadera, la columna vertebral y la muñeca, siendo más habituales en personas de edad avanzada.
Por otro lado, existen fracturas que afectan a personas más jóvenes, generalmente relacionadas con accidentes de tránsito, laborales o deportivos. Estas lesiones suelen ocurrir en individuos físicamente activos y funcionales, quienes están expuestos a impactos de mayor energía.
Prevención de fracturas
La prevención de fracturas se puede abordar desde la atención primaria mediante diversas estrategias:
Nutrición adecuada: Se recomienda una dieta rica en calcio y vitamina D, que incluya el consumo de lácteos, pescado y una adecuada exposición a la luz solar.
Ejercicio físico: Actividades con soporte de peso, como caminar y correr, pueden fortalecer el recambio óseo y reducir el riesgo de caídas.
Hábitos saludables: Es importante evitar el consumo de tabaco y alcohol, ya que estos afectan la salud ósea.
En cuanto a la prevención secundaria, la detección temprana de alteraciones en la densidad ósea mediante exámenes específicos permite un diagnóstico oportuno. En algunos casos, se puede recurrir al tratamiento farmacológico con bifosfonatos, como el ácido salicílico, especialmente efectivo en la prevención de fracturas en mujeres posmenopáusicas.
Medidas para reducir el riesgo de caídas
Adaptar el entorno del paciente es fundamental para prevenir caídas en adultos mayores. Se recomienda eliminar obstáculos en el hogar, instalar barandillas de apoyo y utilizar calzado adecuado. Estas medidas reducen significativamente el riesgo de caídas y, por lo tanto, de fracturas.
Finalmente, la educación y concientización juegan un papel clave en la prevención. Los programas comunitarios orientados a la promoción de la salud ósea pueden generar un impacto positivo en la reducción de fracturas, fomentando hábitos saludables y proporcionando información clave para la prevención de este problema de salud pública.
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