«52 esquirlas entre los hombros y los tobillos producto de la detonación, vidrios, balines, trozos de metal y madera, pérdida de audición 70% en un oído y 30% en otro, irrecuperable, cojera, e infección generalizada del cuerpo, pero salimos vivos de La Penca» José Rodolfo Ibarra Bogarin.
Pasan la una de la tarde, de algún día de mayo en el 2020. Recuerdo que recién almorzamos cuando me alisto para grabar el testimonio de José Rodolfo Ibarra en el atentado de La Penca.
Ibarra se acomoda de medio lado, realiza pausas que le permite escuchar mejor, a tan sólo 3 minutos de iniciado el relato ya nos contó de sus zapatillas, camisa beige y pantalón café, que aún tiene guardado y que lo acompañaron al salir d su casa aquel 30 de mayo de 1984, en Cartago.
Del Hotel Irazú, partió el grupo de periodistas que fue trasladado a » La Penca», en Nicaragua, tomaron dos «pangas» en la que viajaba prensa nacional e internacional, su objetivo era entrevistar a Edén Pastora » El Comandante Cero».
Narra como Arturo Masis era su camarografro. Dos eran las embarcaciones, pangas. Donde se trasladaban los equipos se metió el agua producto de un choque entre ambas embarcaciones, y se dañaron los equipos de Canal Siete.
Hay un silencio corto pero intenso, Ibarra mueve la cabeza como quien escucha a la distancia, pierdo sus ojos aunque sé que los suyos observan casi cuarenta años atrás:
«No íbamos a entrevistar a Pastora esa noche, era un acuerdo tacito, nos servía, así se sacaban los equipos, pero llegó y ¡Cómo hace usted con una casa llena de periodistas para evitar las preguntas? Y así comenzó la entrevista con mala iluminación y en carreras», contó José Rodolfo, con tono de seguridad.
La vieja edificación de horcones y madera, sucia, con una pequeña sala que la dividía un deasyunador, ahí se acomodó Pastora, Ibarra estaba detrás de Él y el resto de periodistas frente a ellos en una media luna.
Salvado por un café.
Hay tantas cosas que hoy yo haría diferente en la entrevista, pero hace tres años me ganaban las ganas de hacer las cosas. Volvamos a La Penca.
Edén Pastora pidió un café y una de sus soldados al traerlo pateó una maleta metálica, de la que transporta equipos fotográficos y la movió de lugar, acto seguido y probado después con uso de un control remoto volaron la maleta metálica que estaba frente a José Rodolfo Ibarra Bogarin. «Edén Pastora me sirvió de escudo, él era más grueso que yo» Narra Ibarra entre risas.
La bomba.
Miro a Ibarra y la pregunta es complicada para quienes no hemos estado en una guerra ¿Qué se siente una explosión?
«Yo no sentí nada, de hecho que no escuché la explosión, sentí que volaba mientras mi mente me decía que estaba durmiendo, vi una nube blanca, yo pensaba que estaba muy cansado, en una fracción de segundos reaccioné y vi que la nube blanca era roja… era la explosión y comprendí que estaba en una conferencia de prensa y me coloqué en posición fetal, me quemaba los brazos al tiempo que el suelo se movía y yo era succionado, sentía aceite caliente en todo el suelo. Después comprendí que el aceite era la sangre de los presentes aquel día», el silencio otra vez acompaña la historia e Ibarra Sonríe, como quien le gana a la muerte en su juego.
Personal de Canal 7 con equipos de Notiseis.
José Ibarra frente a mi, aquel día le temblaban la manos y delata el paso del tiempo, aquella noche le temblaban producto de las heridas.
El camarografro de Notiseis estaba muy mal herido y falleció en el lugar, su camarografro Arturo Masis, lo llama en la oscuridad, se encuentran y advierten lo mal herido del personal del Seis, por eso deciden tomar el equipo y así documentar las únicas escenas que existen de aquel trágico evento.
¿Hay resentimiento Ibarra? Claro, por la impunidad, muchos murieron aquel día.
José Rodolfo Ibarra Bogarin, uno de los supervivientes de aquel día él lo sabe aunque no lo expresa, la historia del periodismo en Costa Rica, se escribió también con su sangre.
Por Ronald Solano Jiménez.
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